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Sexualidad y Maternidad.


Desde el momento en que se da la concepción, como mujeres empezamos a experimentar cambios físicos, mentales y emocionales que rodean la etapa que acabamos de empezar. Uno de los aspectos que se pueden ver modificados en esta nueva etapa es la sexualidad, existen diversas hipótesis que mencionan los pros de la sexualidad durante y después del parto. Desde McCary, Javert, hasta Masters y Johnson trabajaron en documentar diversos puntos de vista y experiencias sobre la sexualidad en las diferentes etapas del embarazo.

Cabe mencionar que, si bien las relaciones sexuales y el contacto físico son muy importantes durante la gestación, es mucho mas importante el afecto, la ternura, la gentileza, la empatía y el compromiso amoroso con la mujer que está viviendo momentos sublimes, pero de mucha atención y compromiso, por la responsabilidad de llevar dos vidas en sus manos, la suya y la del nuevo bebé.


La sexualidad es una parte intrínseca de nuestro ser global, no podemos separarla del resto de los aspectos que nos definen como mujeres, somos sexuadas y tenemos cuerpos sexuados desde que nacemos. El desarrollo de nuestra sexualidad está relacionado con aspectos como lo que pensamos sobre nosotras mismas; si estamos o no a gusto con nuestro cuerpo; con nuestra capacidad para disfrutar, sentir y emocionarnos; también con nuestra forma particular de querer y dejar que nos quieran porque la sexualidad es comunicación e intercambio afectivo.

Pero también nuestro ser sexual se ve influido por las ideas que nos transmitieron con respecto a cómo debía ser nuestra sexualidad como mujeres, y también como madres. Si el balance de todos estos aspectos es positivo, vamos integrando nuestra sexualidad y la desarrollamos de forma saludable como una parte importante de nuestro ser. Por lo contrario, si el balance es negativo, no conseguiremos integrar la sexualidad en nuestro yo y se irá postergando, no le prestaremos la atención necesaria, e incluso podremos llegar a pensar que se puede prescindir de ella.

Existen muchos tabúes que pueden generar temores durante esta nueva faceta, y la mayoría se pueden incrementar por varios factores como:

· Cierto grado de desinformación.

· Temores sembrados por parientes cercanos en forma de mitos.

· La experiencia previa de complicaciones en otro embarazo o abortos previos.

· Ser madre primeriza.

· Como una forma “justificada” para evitar las relaciones sexuales cuando ya existe un conflicto previo en la pareja.

Para algunas mujeres la gestación es la etapa de mayores sensaciones y placer erótico, otras, no experimentan cambio alguno y las hay también que sufren un descenso en su vida sexual activa. Respecto a sus parejas, a algunos el embarazo (en especial en sus faces avanzadas) les representa incomodidades sobre todo por el infundado temor de dañar al producto o al lidiar con el voluminoso vientre que los lleva a modificar las técnicas, posiciones o simplemente el “como empezar el juego previo”.


Existen mujeres a las que no les disminuye el nivel de deseo sexual. Habría que preguntarse qué caracteriza a estas mujeres y la respuesta la encontramos en cómo entienden su propia sexualidad. En cuanto su cuerpo se lo permite, después del postparto, son capaces de volver a conectar con su cuerpo sexual, disfrutar y relajarse, además sentirse queridas y deseadas a través del sexo. Son mujeres que ya antes de ser madres mantenían un equilibrio saludable entre sus deseos, necesidades y su expresión sexual. Para ellas la sexualidad es una parte importante de su persona, su vida, y le dedican una parte del tiempo a satisfacer sus necesidades afectivo-sexuales. No les genera ningún conflicto ser sexualmente activas y madres al mismo tiempo, porque son dos aspectos de su persona que no están en contradicción, sino que se enriquecen el uno al otro. Están convencidas de que en la medida en que sean capaces de satisfacer más libremente los deseos y necesidades, serán mejores madres. De la misma forma que las mujeres buscamos la satisfacción de otras necesidades cuando somos madres (descansar, trabajar, salir con las amigas, ir al gimnasio), para estas mujeres la sexualidad es una parte de sí mismas a la que no están dispuestas a renunciar.


Cambios que podrías experimentar.

Durante el embarazo se llevan a cabo una serie de circunstancias, cambios corporales y hormonales que pueden aumentar (o disminuir) la libido. Así que no resulta descabellada la idea de que estés con el deseo sexual a todo lo que da.

Puede que te sientas con muchas dudas respecto a tener intimidad ahora que tu cuerpo y tu rutina están cambiando. Te explicaremos un poco al respecto.

Para algunas mujeres, uno de los primeros signos de que se encuentran embarazadas no son las típicas náuseas matutinas o el dolor de pechos, sino una sensación imperante de mantener encuentros sexuales. Si de repente volteas a ver a tu pareja durante el desayuno y lo encuentras devastadoramente sensual con la pijama de cuadros, déjanos decirte que eres una de ellas. Incluso, antes de que esa linda pancita comience a asomarse, ten por seguro que los cambios hormonales ya han iniciado. Desde el aumento constante de los niveles de estrógeno y la progesterona hasta el aumento del flujo sanguíneo, la sensibilidad en pechos y genitales puede conducir a niveles más altos de excitación sexual (Estímulo sexual efectivo).

Para las mujeres que viven de esta forma el principio de la maternidad, muchas veces resulta complicado darle rienda suelta a sus instintos, ya que se tiene miedo al tema de “qué le podría pasar al bebé”, o simplemente porque la panza que va creciendo día con día comienza a impedir el juego.


Postparto


En el posparto, la sexualidad de la mujer puede verse influida por diversas variables como los cambios hormonales, la lactancia y variables psicosociales como el nivel de energía, la imagen corporal, bienestar, el ajuste a los cambios en los roles sociales, la calidad de la relación de pareja y los cambios de humor. A esto se le llama la etapa de Puerperio que dura aproximadamente entre y 8 semanas.

Durante la crianza, cuando ya la hija o el hijo están aquí, nos enfrentamos a una novedad: ¿Cómo tengo que ser?, ¿Qué tengo que cambiar para pasar de ser “mujer sexual” a ser “mujer sexual y madre”?

Retomar las relaciones coitales demasiado pronto, no habiéndose recuperado aun de los daños obstétricos que supone un parto, hace que las relaciones de coito se vuelvan dolorosas para la mujer. Si el sexo se centra en coito, muchas mujeres acaban perdiendo el interés, porque lo que duele, no suele apetecer. En este sentido, aquellas parejas cuya vida erótica es menos centrada en el coito o en lo genital (antes del embarazo), tendrán menos probabilidad de que su vida sexual se resienta tras el nacimiento de una hija o un hijo.

También hay mujeres que, tras ser madres, no pierden el deseo, incluso lo incrementan. Pero tener más deseo sexual no siempre se traduce en aumento de frecuencia de relaciones o en más “sexo”, porque puede haber deseo, pero no ocasión para satisfacerlo. Cuidar de un bebe en sus primeros meses de vida es tan absorbente que muchas veces no hay posibilidad de encontrar momentos de intimidad. En muchas mujeres, el aumento de deseo tras la maternidad viene de la mano del aumento de su satisfacción personal y su autoestima.

El deseo sexual en este periodo de la vida de una mujer es un aspecto que se vive de forma muy diversa. Por eso, cada caso es diferente. Lo que está claro es que la sexualidad sufre cambios y es importante saber gestionarlos para que la vida de pareja no se vea resentida.

En mi opinión, las mujeres seguimos teniendo muchas lagunas sobre nuestra propia sexualidad y en parte la razón está en que todavía no hablamos abiertamente de este tema entre nosotras.

Son pocas las mujeres afortunadas que tienen espacios de libertad para hablar de sus sentimientos y situaciones sexuales.

“Nunca es tarde para vivir plenamente tu sexualidad”

Liz Castañeda

Educadora de la Sexualidad

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ELIZABETH CASTAÑEDA SILVA EDUCADORA DE LA SEXUALIDAD

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